Carta a un señor meritócrata
Probablemente no te interese quien soy, o estés ocupado abriendo cuentas en paraísos fiscales. Lo cierto es que necesitaba escribirte porque tengo algunas dudas. Ocurre que muchas de las cosas que tomamos como verdades absolutas no son más que una construcción semántica cuyo objetivo radica en volvernos estúpidos. Resulta que nosotros, los que no hicimos ningún mérito, somos engranajes de una máquina globalizada. Las cadenas que nos esclavizan llegan más allá de las fronteras, recorren países a los que jamás vamos a viajar - en donde seguramente estés fugando guita - y llegan al corazón del sistema. Sí, entiendo que hablar de esclavitud es un tanto polémico. Nadie quiere ir por la vida sintiéndose un esclavo. Es más fácil hacerse el boludo, tirarse en el sillón a mirar Netflix y dejar que el tiempo pase, hasta que llegue el momento de jubilarnos y la vejez nos encuentre con un pedo atómico por culpa del cual no nos acordamos ni de cómo nos llamamos. Nos consumimos en la incertidumbre, ...