Antes del diluvio
Era jueves y llovía. No recuerdo el número exacto, y apenas con esfuerzo sé que fue en marzo porque empezaba el otoño . Y amar el otoño f orma parte de mi estúpida personalidad de poeta decadente; pisar las hojas cuando mueren. Suena feo que uno pueda regocijarse con la muerte . Mucho peor era que bailáramos sobre una pila de cadáveres, o encontrarle la belleza a un acto tan espantoso como era el punto final de nuestro propio relato. Es injusto hablar en plural porque ya no está s , y porque vos odiabas el otoño. Pero de alguna manera el nosotros te mantiene con vida, hace que sigas agarrándome la mano cuando caminamos juntos por las calles llenas de árboles pelados... Sí, tenés razón, me estoy poniendo cursi. Y cuando me pongo cursi me voy por las ramas. La idea era contar lo que pasó ese día, no el que te fuiste sino el que decidimos juntos que fuera el final. Porque a partir de ahí todo fue una amarga y triste lu...