Cuento: El velorio de la abuela
Art: Gabriel Isak Es estúpido revolver el cajón de las cosas muertas. La tierra cubre el cadáver, el cadáver se pudre en un ataúd lleno de agujeros, los agujeros dejan paso a los gusanos que mañana también serán primero polvo y después nada. Mi familia tenía la costumbre de velar a sus muertos en la sala de estar. Comíamos alrededor de ellos, seguíamos con nuestras rutinas hasta que el olor se volvía insoportable y teníamos que incinerar el cuerpo o enterrarlo en el jardín. Nuestra forma de recordarlos era convertirlos en partículas de aire, volverlos música. Nunca nos interesaron los cementerios. La última en partir fue la abuela Greta. La tuvimos allíí con la vista perdida, aunque sus ojos estuvieran cerrados, toda una semana. Llegamos a olvidar que compartíamos la casa con un muerto; el olor nauseabundo se convirtió en otro integrante de la familia. Una vez se me ocurrió preguntar de dónde venía semejante costumbre. Mi madre, compungida, como si hubiera tocado un...