Multitud orgásmica

Su presa gemía tirada en la cama, mordiendo la almohada y sacudiéndose como un pez fuera del agua. Su novio se hallaba en el cuarto de al lado. Los saludó antes de que empezaran a chapar. No era la primera vez que hacían algo así. Lo eligieron por Grindr. El pibe vivía cerca y por fotos se notaba que era del estilo de León. Ahora estaban en la pieza. Cogieron a los gritos para que Nicolás estuviera en cada detalle. Los espiaba por un agujero pequeño en la pared. La presa se dio vuelta, sin sacarse la pija del orto, y lo agarró del cuello para llevarlo hasta su boca. Lo besó, tan apasionado como caliente. Sintió los muslos duros de León golpeando contra su cuerpo. Ya estaba abierto y lo invadía el placer. Cerró los ojos olvidándose por completo de que Nicolás los observaba. León dejaba bailar su lengua en la garganta del pibe que a su vez lo abrazaba hasta fundirse con su sudor. Se acercó a su oído y le susurró, sin parar de bombear un sólo segundo. Las venas hinchadas de su carne golpearon duro contra los bordes de su intimidad. Se miraron con la complicidad de dos fieras que buscan partirse a la mitad. Lo acostó de nuevo sobre la cama pero esta vez lo puso en cuatro. Todos en la casa sabían lo que eso significaba una cosa: León quería acabar. Nicolás se tocaba en su habitación. Uno, dos, tres. Lo ahorcó suave con su brazo marcado y le lamió la oreja y cada rincón de su piel hasta llegar al hombro. Uno, dos, tres. León masturbaba a su presa mientras controlaba el ritmo de sus movimientos. Le dió una palmada.Una multitud de orgasmos baño la casa. Sonrió y pegó un gemido, al tiempo que una gota de sudor lo recorría de lado a lado. 

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